Cuando se me ocurrió la posibilidad de digitalizar la letra de Manuel Jular para regalarla al mundo y lo conté a algunas personas amigas, la mayoría entendió el proyecto como un homenaje a mi padre, fallecido unos meses antes. Y, si así lo ven ellas, quizá lo sea, pero de alguna manera que yo no comparto, desde el momento en que él ya no está aquí con nosotros para recibirlo. O rechazarlo, que también hubiera podido ser, tratándose de Manolo. 😉
La celebración que yo concibo es para y con las personas vivas que podamos disfrutar con la serena belleza de su letra manuscrita. Los que lo conocimos y, sobre todo, los que no, los usuarios que sabrán de ello ahora y través de Internet.
Es también la celebración de algo que me apasiona: diseñar. Diseñar productos, servicios, negocios, organizaciones… Y, ahora, una fuente tipográfica y un blog para contribuir a dar a conocer y poner en valor el trabajo de los tipógrafos. Desde la modestia de un autoencargo realizado en ratos libres por todos nosotros.
Es tener la excusa para dedicar tiempo a investigar en el adentro y en el afuera, ir conceptualizando la idea, prototiparla, testarla para mejorar su desarrollo, comunicarla y compartir los aprendizajes del proceso. Pensar antes de actuar. Llevar a buen término proyectos que mejoren nuestras vidas.
Y, una vez más, celebrar la magia del trabajo en equipo. Personas con distintas trayectorias, habilidades complementarias y una misma misión. Para Franchi, Chose, Ferran y Daniel mi gratitud y mi motivación para que «la Jular. Letras y Bits» llegue a ser algo más que un bello intento.